sábado, 28 de noviembre de 2009

Al sur de Granada

Al sur de Granada el movimiento hippi continúa siendo una realidad, sorprende como a diferencia que en otros lugares, en Granada ser hippi no sólo implica el llevar un estilo propio de vestimenta, en este pequeño rincón de ensueño andaluz, el movimiento hippi sigue siendo un estilo de vida, un modo de vida parado en el tiempo, de aquellos seres que se pierden en las montañas de la ciudad, y que utilizan sistemas rudimentarios para el desarrollo de su existencia, aperos, sistemas de autoabastecimiento alimenticio, y casas improvisadas, algunas de ellas abandonadas-ocupadas, y otras creadas por si mismos. La tolerancia racial y la mezcla es visible en cada rincón, Granada "okupa" un lugar privilegiado otorgado por su historia como ejemplo de ciudad intercultural.

La calle Alcaicería al resguardo de la catedral granadina ofrece imágenes tan dispares como la emblemática gitana ofreciendo romero junto al marroquí que vende al turista chino sus alfombras, el Sahara Occidental saca al balcón su bandera en busca de la libertad de su pueblo, en el mismo lugar de donde parte su sufrimiento, y las calles crean laberintos que por un instante te transportan al mismísimo centro de Estambul , los granadinos por el contrario ofrecen sus cerámicas cuidadas como oro en paño, producto de la laboriosidad de sus manos y las teterias se aglutinan en torno a una misma calle, un pakistaní te ofrece la posibilidad de disfrutar de la tranquilidad de su casa, ofreciéndote para comer un crepe de dátiles, frutos secos y caramelo. El olor del té somalí ofrece una visión distinta de la ciudad europea de los estudiantes, los marroquíes invitan a los homosexuales a expresarse libremente y se rechaza la homofobia, rompiendo de un plumazo con los estereotipos árabes.

La pequeña plaza del ayuntamiento sirve a los estudiantes granadinos como lugar de encuentro para mostrar su desacuerdo y expresar libremente su opinión, a nuestro paso en busca de la calle Navas, los carteles contra el racismo nos invaden el espacio, " Granada no es granada sin moros y negros".

Para finalizar, la famosa ruta de la tapa, que forma parte de la imagen turística que vende Granada al extranjero, es una realidad que muestra la hospitalidad gatronómica granadina , y que además convierte en imposible abandonar la ciudad sin un alto porcentaje de alcohol en sangre, si se pretende conocer su gran variedad.



" Dale limosna mujer, que no hay en la vida nada, como la pena de ser, ciega en Granada"

jueves, 19 de noviembre de 2009

El Desengaño de la Luna

"me siento ave torrejonera sobrevolando la gran ciudad"


Hoy comienzo a escribirte mentalmente desde la plaza de la luna, por aquella nueva costumbre de visitar este lugar cuando no estás.

Mis ojos parecen ser tus ojos, y sonrío cuando presiento que sonreirías, me falta tu cara a mi lado para decirte: ¿¿lo has visto??
Con la certeza de que en ese mismo instante, en ese segundo que suceden las cosas, que para la mayoría pasan desapercibidas, tu estarías mirando hacia el mismo lugar.

Una vez más me paro en el mismo banco color gris, esta vez para atarme los zapatos, y para darle una pequeña tregua a sus suelas, me complace recordar tu sonrisa, y comprobar que el paso del tiempo no consigue borrarla. Curiosa sensación que me invade, echarte de menos temiéndote tan cerca.

Recuerdo tu entusiasmo, la primera vez que me presentaste este regalo en forma de plaza, ante mis ojos una enorme masa de cemento gris, y una sensación de frialdad inexplicable , ahora con el paso del tiempo rescato el reflejo de la luna que dejan las farolas en el suelo y las transformo en energía; la tregua se acaba, y es Bebe la que martillea mi pensamiento con ritmos rápidos que aumentan al mismo tiempo que mis pasos, los carteles de las calles me envían mensajes subliminales y me acompañan en mi viaje en busca de nada. Con los sentidos especialmente atentos, intento mirar mas allá de las miradas que me cruzo, te subo a mi maleta, a excasas horas de marcharme, el viaje se acaba, pero me niego a desaprovechar el más efímero instante.



Camino a plaza España desde gran vía, las cafeterías empiezan a desperezarse, y las caras de Madrid aún tienen las marcas de la almohada, un zumo de naranja natural para contradecir a Susana Griso en la pantalla, la puerta se abre, e invade de fragancia el despertar de osos en tierra de nadie. Cruce de miradas, que como a aquella puta, nos hacen recordar que estamos en el mercado.



Me despido y cierro la puerta, las calles se abren ante mí. He debido crecer en este tiempo, aquellos edificios que en principio me producían vértigo hoy los veos más pequeño, pero para no variar, no dejo de mirar sus fachadas. Subo una cuesta y noto como mis pies no son manejados por mí, es la inercia las que hacen imposible frenarles, hoy tengo la sensación de que el alquitrán se funde a mis pasos como el hierro en fragua gitana.



Tengo sed de cultura urbana, necesito cambiar el modo a mis ojos en sepia e imaginar la evolucion del tiempo en este lugar. Un flashback al estilo cuentame.

La interconexión cultural me aleja de la alienación laboral a la que a veces me siento sometido, tanto como hoy alejado,encuentro en las bocas de metros potenciales estudios sociológicos sin necesidad de esperar la programación de gran hermano, a pesar de ello, prefiero abtenerme a entrar, los caminos del topo me crean impaciencia, las horas se sudecen y me queda poco tiempo.

Antes de marcharme recorro Sol y la calle Montera, me pierdo entre las vidas que ocupan cada esquina, y me dirijo hacía chueca, una pizza a la italiana y la ultima parada en Vazquez de Mella. Me llama la atención el cartel de calle la reina, a la entrada de chueca.

Alguien que te pide un cigarro mirándote fijamente a los ojos, y que espera que le invites a sentarse, la pregunta: ¿Estás solo? ; sí, pero tengo que marcharme.

Mis ojos atentos a aquél señor que lee entre gays el ABC sentado delante del kiosko frente al Long PLay, noto la diferencia que produce a este barrio el amanecer, recojo mis bolsas mi producto consumista y se acabó, camino hacia mi marcha, me alejo cada vez más, me paro en un semáforo frente a Cibeles, todos esperan para cruzar, un chico saca una foto , y de repente todos comienzan a sacar sus cámaras, por primera vez no me siento foráneo en este lugar, no puedo contener la risa. Vuelvo a pensar en ti.

El paseo del Prado marca mi despedida, te dejo Madrid, camino hacia atocha haciendo recuento de tantos momentos, del impresionante comienzo, de nuestra cena en el indio y de esas luces en forma de vela que marcan un camino tenue, de aquél angoleño, de aquellas notas de un piano que no puedo olvidar, de aquella cueva en el subsuelo, de una conversación inacabada tumbados en el único lugar donde podíamos respirar, de un sábado de miradas sinceras, que aún te he de contar. De una terraza del Oscar donde realmente me sentí yo, era como estar contigo.


Ahora te dejo el relevo, espero que seas tu quién recorras las calles mirándolas por mi. GRaCIAS!!