domingo, 14 de marzo de 2010

Mamaduri

En la noche choquera, bajo el resguardo de los cabezos aparece a lo lejos montado en su bicicleta, llega cantando y contento a las 4 de la mañana. Mamaduri lleva una mano bendada como producto de la mala suerte en su bicicleta y se para justo delante de nosotros al escuchar en nuestro coche una canción francesa, de repente Mamaduri rapea en francés la misma canción que escuchamos, y nos regala un poco del arte de los hijos de África.

Guineano afincado en Huelva desde hace dos años, con recuerdos de su primer destino español Málaga, presume de sentirse choquero, afirmando que vive en la Calle Rascón. "Yo soy un negrito de la calle rascón", Mamaduri lleva viviendo dos años en una obra del centro onubense , que pronto acabará, pero que mientras tanto le sirve de casa, dice sentirse agusto y tener un pacto con los obreros por los que se siente querido, cada mañana "el negrito de la calle rascón" se levanta a las 6 para cederles el puesto en su trabajo, a cambio el vigila y custodia el edificio en la noche. Baila sin parar e irradia la alegría propia de su raza, no quiere nada, no quiere dinero, ni alcohol "yo no bebo ((xulo)), yo solo bailo y vendo pañuelos".

Ante la insistencia de los presentes por ofrecerle tabaco y alcohol, "el negrito" acepta con vergüenza, pero nos pide que solo le pongamos coca cola en su copa, ya que el alcohol puede hacerle perder la alerta en una noche en la que necesita de sus cinco sentidos para sobrevivir, siente confianza en el terreno y decide aparcar su bicicleta, antes sueña con tener una moto y escenifica su aparcamiento, con su mano da fuerza al puño, y emite el sonido de un motor con la intención exitosa de regalarnos una sonrisa.

Siente la necesidad de ofrecernos algo, y busca en su bolsa un par de paquetes de pañuelos que nos obliga a coger, ante la negación , Mamaduri tira los paquetes por el maletero abierto de nuestro coche dejándolos en los asientos, "guardároslo; es vuestro". Entre baile y baile siente la necesidad de relacionarse, escucha atentamente nuestra conversación y opina como uno más, y responde todas nuestras preguntas mientras sigue bailando sin ningún tipo de tapujos.

Nuestro negrito no tiene semáforo fijo, dice que la crisis está muy mal y que están todos los semáforos ocupados , pero a él no le importa, "yo cojo mi bici y me voy por la vía verde a Punta Umbría" "mi rotanda es mi pensamiento, soy un negro libre" "yo no vendo pañuelos, regalo alegría", son algunas de las frases que deja caer, mientras te mira fijamente a los ojos y sonríe con mucha fuerza.

Cada vez se siente más agusto y relajado...nos dice sentirse afortunado de encontrarnos "me encanta las personas tranquilas, que escuchan música así, en la discoteca tu no puedes elegir que música quieres escuchar" nos pide que le pongamos música francesa.

Le ofrezco de nuevo un cigarrillo, pero en esta ocasión el mechero no funciona, "no pasa nada (xulo)", Mamaduri de nuevo arranca su moto y desaparece, sin decir nada. Pasados 10 minutos, vuelve aparecer un loco a lo lejos, abriéndose paso con las piernas abiertas en su bicicleta, aparca su soñada moto, y me saca de su chaqueta un mechero morado que sin dudarlo me regala. "Ya no hay problema"
Trata con un respeto fuera de lo común a las mujeres, que le piden hacerse fotos con el, ellas le abrazan para dejar constancia del momento, y el toca sus hombros con miedo, limpia el barro de sus zapatos y no permite que se le "rechiste".

Pasadas las horas, no me caben dudas de que "el negrito de la calle Rascón" es choquero, su acento, su facilidad para relacionarse y sus giros constantes en el lenguaje lo demuestran, antes de marcharnos, nos pide el teléfono, saca agenda y bolígrafo, y apunta con entusiasmo nuestros nombres, me ofrece su móvil y me pide que vaya pasando al mundo tecnológico la información recogida, tiene miedo a perder el papel, Mamaduri no entiende de tecnologías modernas.

Me mira con intensidad, aprieta mi mano, y me dice como despedida que todas las mañanas a las 6 busca su sitio detrás de la Casa del Mar, aparca coches y todos los vecinos le conocen, me pide que deje mi coche a su resguardo, y me asegura que cuidara con cariño su buen estado "cuando se encuentra un lugar donde cada mañana puedes sacar 5 euros, debes cuidarlo".


Llega la despedida, el me precede con su moto, mi coche atrás de vuelta a casa, al torcer la curva de la plaza de toros, su moto se echa a un lado, y con su mano me indica que continúe mi camino.....!Hasta pronto Mamaduri!

-!Cuidate!
-No te preocupes por mi ((xulo)), Mamaduri sabe cuidarse.

martes, 2 de marzo de 2010

Girasoles al Sol

Como girasoles al sol, giran las cabezas, en busca de sus rayos, en busca de un poco de calor, pasado el día en el que el fin del mundo había llegado, como triunfadores todos se sientan en la plaza a saludar al nuevo sol que va de paso, melancolía un sentimiento incontrolable en esta sombra del ocaso , desierto de frío , fervor al otro lado.
La confianza de un mendigo que entrega toda su lucha en tus manos, la simple necesidad de que le escuchen, que le rían, o que alguna mujer sonría con sus halagos, unas calles por las que pasan tantas gentes, pero que no impide que la casualidad te deje derrotado.

Y yo allí plantado en aquella habitación, en busca de respuestas, movido por la única fuerza de mis impulsos, apretar el nudo del pañuelo que no ahoga, y plantar cara a la desidia la única dirección posible. El resultado una imagen que en mi queda, la respuesta, la única respuesta.

Largo traje del juicio de valor que en mi cuerpo no lleva medida, sonrisa del recuerdo de dos locos más en una ciudad frenética y ezquizofrénica, resto ímpio de la noche , miradas que huyen el contacto.

Y el fin del mundo me pillo en Berlanga, el fin del mundo me pillo bailando.