viernes, 23 de octubre de 2009

La otra orilla de Nueva York

A veces desde la otra orilla te veo triste,
tan sumamente gris,
que el humo del aire
parece asfixiarte.
A veces desde la otra orilla,
en la lejanía las luces
te hacen grande,
el humo desaparece,
y comienzas a camelarme.
Callada la noche azogada por la sorpresa,
nervadura producida por tenerte en mis brazos,
todo se ve distinto.
El gris de la otra orilla, se convierte en un cúmulo estelar, que para no engañarte, engrandece nuestra escena.
Escena, que en esta noche no esperaba,
papeles mojados en la orilla de mi ría,
que hoy siento más mía que ayer. ¿ Y yo?....
Me pillas sin "" que regalarte,
espero que la arena te haga sentir lo que a veces mi piel.
Tu locura me crea dudas, y me hace discordar,
alisar el terreno en un primer instante,
pisar bien el freno, para no variar.
Curiosa sorpresa que al roce de tus labios,
aquellos miedos pueden surcar,
enredarse en las olas y al son del barquillo visitar alta mar.
Hoy seré, si me dejas, tu sed marinera , litro y medio de besos de agua de mar
Te atreves a llenar mi casa de tu olor nazareno,
mi temple en sereno.
¿Y me llamas romántico?
Te atreves a provocar en mi la risa,
a pelear con la brisa
mientras yo trabajo
Te atreves a romper los moldes
de aquella figura de un ser Legendario,
que no es tan fiera la fiera ni tan noble; el noble de antaño.
Te atreves a quitar el Rocío,
que produce este frío, humedad del atlántico.
Te atreves a suspirarme a mi oído,
mientras siento yo ruido,
de tu sentir despacio.
Te atreves a fundir nuestros hielos,
símil de cuerpos entrelazados
a convertir mi cama en arena
montañas doradas en tus pies delcalzos.
La otra Orilla de Nueva York, Adrián De la Jara