jueves, 18 de abril de 2013

Dias Picassianos


Sentado en la misma plaza, casi en la misma esquina de esta vieja plaza de la Merced, con el deambular de los malagueños que pasan una y otras vez extasiados en esta ocasión ante la llegada del festival de cine. La calma me invade, al menos por momentos, no se muy bien explicar la sensación de conexión que Marruecos y este último viaje han dejado en mí, arrasando como un tornado todo lo dentro que se puede arrasar. Quizás sea el olor, el color de la tierra o la brisa del mar que siempre he divisado desde el otro lado, o quizás la incapacidad de mis retinas para alcanzar a todo lo que a mi alrededor pasaba. El impacto de los niños al vender pañuelos, la miradas tímidas a través del velo, el sabor de antaño y natural de la comida. De alguna forma siento que me he quedado allí, a la espera de que quizás nuevamente vuelva a recogerme.